El ingreso de Serbia y Montenegro a la Unión Europea (UE) es considerado una vez más, pero la creciente resistencia en ese país al capital extranjero se presenta como el principal obstáculo.
No queremos ver a Serbia y Montenegro quedar detrás de sus vecinos, afirmó esta semana el comisario de Relaciones Exteriores de la UE, Chris Patten, y anunció que para el año próximo estará listo un estudio sobre la viabilidad del ingreso del país al bloque.
Es demasiado pronto pensar en 2007 o 2009 (para la plena membresía). El plazo más realista es 2012, dijo por su parte del viceprimer ministro serbio Miroljub Labus.
De las naciones que integraban la ex Yugoslavia y se fueron separando de ella, hasta dejarla reducida a Serbia y Montenegro, sólo Eslovenia es miembro de la UE.
De las demás naciones separadas de la antigua federación yugoslava, un estudio concluyó que Croacia podría integrarse al bloque europeo en 2007, Macedonia sería el siguiente en 2009 y más adelante le tocaría a Bosnia-Herzegovina.
Pero expertos señalan que el mayor obstáculo para que Serbia y Montenegro alcance este objetivo es el llamado capitalismo patriótico que se apodera del país.
Esto es, la campaña para impedir que llegue capital extranjero bajo el pretexto de que las firmas locales son capaces por sí solas de financiar el desarrollo, explicó a IPS el sociólogo Stjepan Gredelj.
La resistencia al capital extranjero se hizo más fuerte en los últimos meses ante una serie de iniciativas para vender a la gigante del agua mineral Knjaz Milos y la cadena de supermercados C Market. El Estado serbio posee la gran mayoría de las acciones de ambas compañías.
Trabajadores de la fábrica de Knjaz Milos en la localidad de Arandjelovac, 70 kilómetros al sur de Belgrado, viajaron a la capital a comienzos de este mes para protestar contra las pretensiones de la empresa francesa Danone y de la firma FPP Balkans, con sede en Londres, de adquirir buena parte de las acciones.
Los empleados bloquearon las calles por varias horas y mostraron carteles con las frases: No al capital extranjero y Queremos que los serbios sean dueños de Knjaz.
Los serbios están hartos del nuevo orden mundial. Tenemos que ser nosotros mismos, afirmó el ministro de Inversiones, Velja Ilic.
Por su parte, los trabajadores de C Market juntaron unas 200.000 firmas para exigir que la firma siga siendo serbia.
La protesta fue lanzada luego de que la mayor cadena de supermercados de Eslovenia, Merkator, expresó su interés en comprar la mayoría de las acciones de C Market. Los manifestantes también se trasladaron a la puerta de una sucursal de Merkator abierta en Belgrado hace dos años.
Los serbios recuerdan quiénes empezaron la guerra (que concluyó con la separación de Eslovenia) y Los soldados muertos nos hacen recordar, señalaban algunas de las pancartas usadas por los manifestantes.
Los eslovenos fueron los primeros en proclamar su independencia de Belgrado, en 1991, y muchos serbios los acusan de haber iniciado las sangrientas guerras que desmembraron a la antigua Yugoslavia.
Todo esto se parece mucho a la atmósfera de paranoia de fines de los años 80 que precedió a las guerras. Esta vez, es la economía la que es víctima de abusos, con frases pasadas de moda, dijo a IPS la analista Misa Brick.
Observadores señalan que los grandes empresarios serbios quieren ser beneficiados en los procesos de privatización, y tratan de aprovechar sentimientos patrióticos para compensar el hecho de que ofrecen bajos precios por las acciones.
Durante el gobierno de Slobodan Milosevic (1990-2000), a la mayoría de los empleados en las empresas estatales se les entregaba gratuitamente acciones de esas compañías.
En ese período prosperó una nueva generación de empresarios, que crecieron gracias al contrabando de gasolina, alimentos y cigarrillos.
Lo que vemos ahora es una especie de privatización interna, y es vista como buena por muchos, dijo a IPS el economista Miodrag Zec.
La transición a una economía de mercado, a partir de 2000, ha sido dolorosa y lenta, y muchos serbios todavía hoy rechazan las privatizaciones y el capital extranjero.
El pensamiento de que el Estado debe encargarse de todas las necesidades de las personas es aún muy fuerte. Sólo unos pocos consideran que esos tiempos acabaron, sostuvo Zec.
La Asociación de Inversores Extranjeros de Serbia advirtió que las últimas protestas y el discurso hostil contra el capital exterior afectarán la imagen internacional del país.
Esto sólo le traerá nuevos problemas a Serbia. El país debe tener una visión clara sobre el desarrollo de su economía. De otra manera, se le cerrarán muchos caminos, sostuvo el presidente de la Cámara Estadounidense de Comercio en Belgrado, Richard Danicic.